Todos recordaréis que durante la final de la Copa del Rey de hace unos años, donde jugaron el Athletic contra el Barcelona se pito el himno español, o más reciente aún, la pitada al himno en Vitoria en el partido de baloncesto este mismo fin de semana. Esta es la realidad del país donde vivimos, donde se queman banderas, te etiquetan de facha si llevas una bandera de España y solo estamos orgullosos de nuestro país cuando ganamos en el deporte. En cambio al otro lado del charco, en Estados Unidos tienen banderas en su jardín y nadie les dice nada, entonan el himno nacional en todos los actos públicos y es inaceptable un insulto a la patria o a la bandera.
Un español debería estar orgulloso de su país, no solo por sus éxitos deportivos (que también), sino por todo lo que significa ser español: por su historia de grandeza en su posición de potencia mundial durante varios siglos, descubridores de américa, cuna de grandes pintores y autores literarios, de conquistadores y evangelizadores. Pero en realidad no hace falta estar orgulloso de la patria por su trayectoria de éxito como país, sino por el mero hecho de haber nacido en España(sin caer en el nacionalismo).
Un hijo no tiene amor a sus familia en función de que sus padres sean importantes o hallan tenido una trayectoria de éxito profesional sino porque simplemente perteneces a esa familia y estas orgulloso de como son, porque al fin y al cabo tu eres parte de ella.
Debemos estar orgullosos por como somos: seguramente uno de los países más abiertos y con la gente más graciosa del mundo, un pueblo valiente, la furia española que aterroriza a rivales ahí por donde pasa y además somos sin lugar a dudas los que hacemos la tortilla de patata más rica del universo entero.
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