El verdadero problema que tenemos los españoles es como erradicar la corrupción en la clase política. No es tarea fácil dado que ello exigiría un mayor control en el gasto del dinero público y que realmente se meta en la cárcel a aquellos que se les pille "con las manos en la masa". Y tenemos un problema: quién tiene que regular ese control, son nuestros actuales y corruptos políticos.
lunes, 4 de febrero de 2013
¿Les metemos en la cárcel a todos?
"El que roba a un ladrón tiene cien años de perdón". Este refrán popular parece ser que es el que se han aplicado los políticos españoles.Se complementa con el "tonto el último" y lo que viene a decir es que se ha impuesto en la clase política española que si no eres un corrupto eres un tonto o un virtuoso pasado de moda. Son ya lejanos los tiempos en los que ser político significaba ser un servidor del Estado, es decir era una vocación de servicio, en gran parte, un privilegio en el que era más importante el prestigio que el dinero. Por eso gran parte de los ya extintos políticos provenían de la burguesía alta y de la nobleza, personas que en ningún caso se deslumbraban o perdían el juicio por manejar el dinero de los demás. Igualmente y acorde con los tiempos en los que vivimos la falta de una moral religiosa concreta(católica, protestante,etc) provoca que los actuales políticos no tengan unas reglas morales que les lleven a actuar como es debido. Los políticos de antes eran personas de prestigio en sus respectivas profesiones mientras que los actuales el único mérito que tienen es haber formado parte de las juventudes de algún partido como por ejemplo Bibiana Aído, Leire Pajín, Javier Arenas, Pepiño Blanco o el mismísimo Zapatero. Tenemos el caso, por ejemplo de una ministra de cultura socialista que dijo que el dinero público no es de nadie, dando entender que se puede gastar de forma descontrolada. No es que no sea de nadie, al revés, es de todos, de nuestros impuestos. En la misma línea tanto de derechas como de izquierdas se han dedicado a gastar un dinero que no tenían en obras absurdas con el único fin de generar contratos a favor de amiguetes y familiares. Así hemos logrado, por ejemplo, tener más aeropuertos en toda Alemania o autopistas por las que apenas circula algún coche.
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